Si hay algo que me encanta hacer en mis tardes de ocio son
las manualidades. Todo lo que tiene un toque “do it yourself”, como sabéis
quienes seguís este blog, me apasiona. Hoy quiero comenzar la semana hablándoos
de una de las múltiples opciones que existen en ese campo, y que, además, tiene
una utilidad muy clara para vuestras casas y beneficios innegables para vuestra
piel. Se trata de fabricar jabón artesano, en casa y con el toque de olor que
prefiráis en función de vuestros gustos. Es posible también personalizar la
forma, y además de que son muy buenos para la piel, pues constan únicamente de
ingredientes naturales, pueden ser un original regalo e incluso, emplearse como
ambientadores por toda la casa. Debo confesar que yo soy una amante de ciertas
marcas de jabones artesanos (que por cierto os iré presentando en posts
sucesivos), pero de cuando en vez me gusta ir todavía un paso más allá y
dedicar una tarde o un domingo a meterme en el apasionante mundo de la creación
de jabones con mis propias manos.
Hoy quiero hablaros de dos tipos de jabones artesanos que
podéis hacer en casa, pues son de las modalidades más simples y creo que
también de las preferidas. El primero de ellos es el jabón de glicerina, que
puede adoptar diversos colores y aromas según nuestras preferencias. Para elaborar
uno, simplemente necesitaremos jabón de glicerina transparente, esencia y
colorante según nuestros gustos, alcohol, un molde para jabones y un bote de
plástico. El primer paso es derretir el jabón hasta que esté completamente
líquido. Una vez que lo hayamos hecho, se trata de agregar el colorante y la
esencia escogidos, y mover todo hasta que la superficie haya cogido el color
deseado. Una vez realizada esta operación, colocamos el jabón en el molde. Por supuesto
en el mercado existen cientos de moldes a vuestra disposición, a mí
personalmente me gustan los que tienen formas florales, pues creo que aportan
un toque romántico y natural que me encanta. Igualmente, en cuanto a los
colores yo suelo optar por tonos pastel y blancos, que me remiten a un universo
de tranquilidad y sencillez que me gusta tener presente en toda mi casa. Una
vez que la mezcla esté completamente dura, la sacamos del molde. Podemos emplear
el aceite para mejorar el resultado final, eliminando grumos o las marcas
que nuestros dedos hayan podido dejar en
el proceso de desmolde.
La segunda opción de la que quiero hablaros en mi post de
hoy son los jabones de rosas. Llevan fabricándose desde hace siglos pero no han
perdido un ápice de su atractivo, y siempre son una buena opción si no tenéis
muy claro por qué olor decantaros. Para elaborar un jabón que tenga la rosa
como base, además de un vaso de agua destilada, media pastilla de jabón de
glicerina y una cucharada de aceite de ricino, necesitaréis, como ingrediente
esencial, un vaso de pétalos de rosa, lo más naturales posibles para que el
efecto de posibles pesticidas no estropee el resultado final.
El procedimiento a seguir es un poquito más complejo que el del
jabón de glicerina, pero perfectamente conseguible con un poco de paciencia. El
primer paso es hervir los pétalos secos en agua destilada. Tras dejarlos
reposar durante un mínimo de hora y
media, los retiramos con un colador y volvemos a calentar el agua. A continuación,
añadimos el jabón de glicerina y el aceite de ricino y cuando esté todo bien
mezclado lo dejamos enfriar. De esta manera tan simple ya tendremos nuestro
propio jabón de rosas. Como veis, con una técnica completamente natural.
Nuestra piel nos lo agradecerá.
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