Olvídate de la idea de que tejer es una afición de personas
mayores. Cada vez más son los jóvenes que se reúnen en clubs de tejedores o que
usan sus manos para crear piezas muy originales con colores y diseños
renovados, alejados de los añejos tapetes o rebequitas que nunca te pondrías. En
pleno auge de lo hand made, esta actividad manual es empleada no únicamente
como hobbie, sino también para desconectarse y relajarse en un mundo como el
actual, en el que desempeñamos trabajos a menudo demasiado absorbentes y que no
dejan tiempo para nada más. Puede ser, incluso, una manera de fortalecer los
lazos sociales, por ejemplo con quedadas para tejer en espacios especialmente
bonitos o relajantes. Lo cierto es que las propiedades de trabajar la lana van
todavía más allá. Es lo que se ha denominado ya “lanaterapia”. ¿En qué consiste?
Te lo cuento en este post:
La lanaterapia puede resumirse, en pocas palabras, como la
utilización del tejido como terapia para personas que sufren algún tipo de
desorden emocional o se ven sometidas a una gran tensión y estrés. Tejer lana
puede ser usado como una herramienta para la recuperación mental y física de personas
de todas las edades, favoreciendo la tranquilidad y el buen humor. Otro de sus
beneficios psicológicos son la claridad mental y de ideas que aporta el propio
acto del tejido, al conseguir el relax y la tranquilidad por medio de la labor
manual. Por otro lado, la repetición automática de los movimientos que exige
trabajar la lana ayuda a la relajación y a la realización personal, pues al fin
y al cabo, obtenemos un producto original y creado por nuestras propias manos.
Diariamente nos vemos sometidos a múltiple estímulos, pero
ese exceso puede acabar provocando una saturación tan excesiva que impida que
desarrollemos nuestra propia imaginación y creatividad. Ese es otro de los
beneficios de la lanaterapia, volver a ponernos en relación con la parte más creativa
de nuestro cerebro. Trabajar la lana te introduce en un proceso de creación, en
el que el protagonista eres tú mismo, lo que también genera una gran
satisfacción personal.
Las agujas y los hilos también pueden ser una excusa
perfecta para recuperar viejas amistades o para crear otras nuevas. Los clubes
de tejer son una realidad creciente y fomentan la buena conversación y un
estilo de vida mucho más tranquilo y desestresante, incluso en las grandes
ciudades. Tejer nos conecta con nuestros sentimientos y pensamientos más
profundos, y al tiempo permite que los compartamos, generando lazos que pueden
llegar a ser tan duraderos como los del propio proceso de tejido en sí mismo.
La lanaterapia se extendió en primer lugar a países como
Estados Unidos, Chile o Japón. Llegó a España cuando en esos países ya se había
empleado con éxito para tratar a personas con alguna alteración psíquica, como
stress o depresión, pero también a niños con problemas de conducta o motrices. En
algunos países, como Estados Unidos, incluso se enseña a niños a partir de seis
años a tejer bufandas o gorros para mejorar su concentración.
Si no tenéis conocimientos de tejido, no os desaniméis: a
través de Internet es muy fácil encontrar tutoriales al respecto. O mejor aún, podéis comenzar practicando la
sociabilidad de la lanaterapia yendo a un taller donde podéis aprender la
técnica o hablando con vuestras abuelas para beneficiarios de su sabiduría. Se trata
de una terapia que no distingue de sexo ni de edad, por lo que incluso puede
ser practicada por toda la familia como un interesante plan para las tardes
lluviosas de invierno o para sustituir a todos los cacharros electrónicos y
favorecer una reunión familiar improvisada.
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