lunes, 2 de marzo de 2015

Jabones caseros, el encanto de lo natural



Si hay algo que me encanta hacer en mis tardes de ocio son las manualidades. Todo lo que tiene un toque “do it yourself”, como sabéis quienes seguís este blog, me apasiona. Hoy quiero comenzar la semana hablándoos de una de las múltiples opciones que existen en ese campo, y que, además, tiene una utilidad muy clara para vuestras casas y beneficios innegables para vuestra piel. Se trata de fabricar jabón artesano, en casa y con el toque de olor que prefiráis en función de vuestros gustos. Es posible también personalizar la forma, y además de que son muy buenos para la piel, pues constan únicamente de ingredientes naturales, pueden ser un original regalo e incluso, emplearse como ambientadores por toda la casa. Debo confesar que yo soy una amante de ciertas marcas de jabones artesanos (que por cierto os iré presentando en posts sucesivos), pero de cuando en vez me gusta ir todavía un paso más allá y dedicar una tarde o un domingo a meterme en el apasionante mundo de la creación de jabones con mis propias manos.




Hoy quiero hablaros de dos tipos de jabones artesanos que podéis hacer en casa, pues son de las modalidades más simples y creo que también de las preferidas. El primero de ellos es el jabón de glicerina, que puede adoptar diversos colores y aromas según nuestras preferencias. Para elaborar uno, simplemente necesitaremos jabón de glicerina transparente, esencia y colorante según nuestros gustos, alcohol, un molde para jabones y un bote de plástico. El primer paso es derretir el jabón hasta que esté completamente líquido. Una vez que lo hayamos hecho, se trata de agregar el colorante y la esencia escogidos, y mover todo hasta que la superficie haya cogido el color deseado. Una vez realizada esta operación, colocamos el jabón en el molde. Por supuesto en el mercado existen cientos de moldes a vuestra disposición, a mí personalmente me gustan los que tienen formas florales, pues creo que aportan un toque romántico y natural que me encanta. Igualmente, en cuanto a los colores yo suelo optar por tonos pastel y blancos, que me remiten a un universo de tranquilidad y sencillez que me gusta tener presente en toda mi casa. Una vez que la mezcla esté completamente dura, la sacamos del molde. Podemos emplear el aceite para mejorar el resultado final, eliminando grumos o las marcas que  nuestros dedos hayan podido dejar en el proceso de desmolde.

La segunda opción de la que quiero hablaros en mi post de hoy son los jabones de rosas. Llevan fabricándose desde hace siglos pero no han perdido un ápice de su atractivo, y siempre son una buena opción si no tenéis muy claro por qué olor decantaros. Para elaborar un jabón que tenga la rosa como base, además de un vaso de agua destilada, media pastilla de jabón de glicerina y una cucharada de aceite de ricino, necesitaréis, como ingrediente esencial, un vaso de pétalos de rosa, lo más naturales posibles para que el efecto de posibles pesticidas no estropee el resultado final. 

El procedimiento a seguir es un poquito más complejo que el del jabón de glicerina, pero perfectamente conseguible con un poco de paciencia. El primer paso es hervir los pétalos secos en agua destilada. Tras dejarlos reposar durante un  mínimo de hora y media, los retiramos con un colador y volvemos a calentar el agua. A continuación, añadimos el jabón de glicerina y el aceite de ricino y cuando esté todo bien mezclado lo dejamos enfriar. De esta manera tan simple ya tendremos nuestro propio jabón de rosas. Como veis, con una técnica completamente natural. Nuestra piel nos lo agradecerá.

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