El scrapbooking y sus sellos es, desde hace unos años, una de las
tendencias de manualidades más extendidas. Miles de tutoriales, páginas de
compra de washi tapes, papeles, troqueles, etc. inundan Internet. Y yo, lo
reconozco, soy una apasionada del scrap, que me ha ganado por su originalidad y su toque handmade. Eso sí, de uno muy determinado,
marcado por los tonos pastel, con un toque artístico y naïf, que me hablen de
una vida y unas experiencias sencillas y tranquilas, marcadas por la paz y lo
positivo de la vida.
El scrapbook no es algo nuevo. Hay quienes remontan su historia al siglo XVIII, cuando el escritor
William Granger publicó una historia de Inglaterra en la que acompañó el texto
no sólo de dibujos, sino también de páginas en blanco donde los lectores podían
agregar sus propios comentarios e ilustraciones. Ese deseo por lograr un
producto creado por el propio consumidor, en base a sus gustos, sigue siendo
una de las premisas fundamentales del scrapbooking actual. Pero lo que empezaron
siendo iniciativas individuales de algunas personas apasionadas de esta técnica
se ha convertido ya en una afición tan grande que existen desde talleres de
enseñanza hasta foros y publicaciones sobre el tema.
Si sois amantes de las manualidades, como es mi caso, el
scrapbooking os permite combinar muchas de ellas, lo que supone un auténtico
reto: desde la estampación hasta el troquelado, pasando asimismo por niveles
muy diferentes de dificultad. El scrapbooking requiere herramientas muy
diversas, que van desde las plantillas de recorte hasta las troqueladoras, los
sellos… Como decoración, a mí personalmente me encantan los papeles estampados
en tonos pastel con motivos florales y los lacitos y perlas, para ayudarme a
conseguir ese toque naïf del que os hablaba. A la hora de seleccionar el
soporte sobre el que vais a estampar vuestras creaciones, son tan variados como
las propias técnicas: los más empleados son los álbumes, pero también se puede
realizar scrapbooking sobre bandejas, cajas, marcos, tarjetas y hasta
calendarios. Como veis la variedad es casi infinita y depende, ante todo, de
vuestra imaginación y maña.
El resultado final variará de acuerdo con varios factores: de que busquéis un resultado
más o menos sofisticado (yo apuesto siempre por la sencillez) como de los
materiales, tiempo y conocimientos con los que contéis. Por experiencia, os
digo que es bastante útil que optéis por pensar en una línea conductora si sois
novatos en esto del scrapbooking, pues vuestras composiciones ganarán en
claridad. Podéis escoger una temática común, seguir una cronología para
presentar un acontecimiento, escoger un mismo acabado para vuestras
fotografías, recuadrar todos los textos… Otros procedimientos más complejos,
como las creaciones de mosaicos, espirales o figuras geométricas a partir de
varias fotografías pueden introducirse una vez que hayáis desarrollado en mayor
medida vuestras habilidades.
Las imágenes son esenciales en todo trabajo de
scrapbooking, de hecho podríamos decir que son la parte fundamental del mismo. A
mí me gusta escoger fotografías de paisajes con un toque bucólico, retratos en
blanco y negro y, en general,
fotografías que transmitan sentimientos positivos. Siempre intento también que
tengan un puntito artístico y original. El libro de scrabpooking puede
convertirse en vuestra pequeña obra de arte, y también en un regalo a la vez económico y único.
Para finalizar os aconsejo que recurráis también a las
pegatinas, porque a menudo son una forma muy bonita y práctica de nombrar,
explicar, etc. vuestras imágenes. Aportan un toque de color y vistosidad y su
uso está especialmente recomendado cuando no os hace falta escribir un párrafo
grande, pero sí queréis, por ejemplo, expresar un sentimiento, poner el nombre
de la persona que aparece en una foto… En este caso, como para todos los
materiales de scrapbooking, Internet es la mejor proveedora.