Lejos quedan los tiempos en los que las tiendas estaban
únicamente ubicadas en un espacio, el mismo durante toda la vida. En una época
de cambios y novedades constantes, de estímulos infinitos como es la actual,
inevitablemente todo ello tenía que trasladarse también al fenómeno de los
comercios. Y las pop up stores o tiendas
efímeras son la mejor muestra de ello. ¿Cómo definirlas? Pues básicamente se
trata de espacios, normalmente de pequeño tamaño, en los que marcas o creadores
emergentes muestran sus creaciones en espacios que días después de desmontarán
y desaparecerán.
El factor sorpresa y la originalidad son fundamentales en el
concepto, que sirve a menudo para presentar a jóvenes promesas o emprendedores
que no podrían pagarse en condiciones normales un local, pero que sí pueden
acceder a este tipo de tiendas tan particulares. Crear emociones, impactar y
sorprender son las consignas fundamentales, partiendo de la base de que se
trata de “tiendas espectáculo”, en las que la experiencia va unida al consumo. No
se trata simplemente de comprar, sino de hacerlo en un entorno muy
particular. De hecho su nombre, “pop up”,
juega con el término inglés para ventanas emergentes, justamente por su
carácter sorpresivo: en cualquier rincón de tu ciudad te puedes encontrar una
de ellas.
Si bien se trata de una idea que hace años (aproximadamente una década) que se practica
en países como Inglaterra o Estados Unidos, en España es un fenómeno mucho más
reciente, pero se ha extendido con gran velocidad, hasta el punto de que hay o
ha habido ya pop up stores de cosmética, moda, artesanía, iluminación e incluso
en el sector inmobiliario. Prueba de su éxito antes de la llegada a nuestro
país fueron las pop up de marcas tan consolidadas como Tiffanys o Nike en
Estados Unidos, que lograron otro de los objetivos fundamentales de estas
iniciativas, el acercamiento a los clientes. En España, su expansión se produjo
fundamentalmente a partir del año 2009, con Madrid y Barcelona como ciudades iniciales.
El conocido diseñador Custo fue uno de los pioneros y más renombrados
profesionales que optó por esta fórmula.
Otra característica de las pop up stores es su
personalización, dependiendo de la filosofía de la marca. Dicha personalización
va desde la elección del local hasta la de la decoración o incluso la música. Por
ejemplo, una pop up store de una marca de zapato deportivo puede montarse al
lado de un estadio de fútbol y decorarse con enormes pósters, igual de efímeros
que el resto del recinto, de renombrados jugadores. Os sorprenderíais de la
cantidad de espacios en las que pueden emplazarse estas tiendas, desde hoteles hasta galerías
de arte o incluso barcos.
Como consumidora, he asistido a varias pop ups y me encanta
el carácter novedoso, exclusivo e inédito que suponen como opción de compra
alternativa. Tener un tiempo limitado para visitarlas es por un lado un
elemento de presión pero, por otro, te despierta la adrenalina de saber que
quizás tu producto deseado desaparecerá en un par de días, por lo que acudir a
ellas se convierte en toda una experiencia. Además, te permite hablar
directamente, por ejemplo, con los diseñadores o artesanos que participen en
ellas, incluso en ocasiones en entornos tan agradables como una playa, pues
cualquier lugar es bueno para montar una de ellas. Por otro lado, como a
menudo las marcas o creadores usan las
pop ups para promover las últimas unidades de un determinado producto, puedes
conseguir precios muy ajustados en artículos que quizás unos meses antes, en
tienda, tenían un importe prohibitivo.
Galicia es una de las comunidades donde el fenómeno de las
pop up stores ha calado más hondo. En A Coruña, por ejemplo, Shops and more
lleva desde 2011 acercando el concepto a habitantes de la ciudad y visitantes. Sus
promotoras buscan locales céntricos en desuso o en alquiler y les dan una nueva
vida, aunque sea temporal. En el centro de Vigo, “Mercado de invierno” apostó
por una combinación de coworking con pop up store. La lista, desde entonces, se
ha ampliado mucho, tanto en esta comunidad como en el resto de España. El fenómeno
no para de crecer…
(Por cierto, las fotos que ilustran este post son de Alícia Roselló Gené).
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